Siempre
que hablamos de nuevas metodologías solemos referirnos a los beneficios que
éstas tienen para el proceso de enseñanza-aprendizaje, y lo importantes que son
para el desarrollo integral de nuestros alumnos. Y es lo que debe ser, ya que
son los únicos y verdaderos protagonistas de todo nuestro quehacer diario.
Sin
embargo, yo hoy querría centrarme en lo que ha supuesto para mi a nivel
profesional y personal el aprendizaje y posterior implementación del
aprendizaje basado en el pensamiento. Nunca me podía imaginar que gracias a la
formación docente iba a comenzar “una nueva vida” tanto en lo educativo como en
lo individual.
Aprendizaje basado en el pensamiento
A
nivel profesional, mi certificación como profesor TBL ha supuesto un giro de
360 grados en mi modo de ver la educación. No negaré que al principio dudé de
si estaba haciendo lo correcto. Todavía a veces me despierto sobresaltado en
medio de la noche pensando en si debería hacer más exámenes o más clases
magistrales. Entonces pienso en las caras de mis alumnos ante un nuevo proyecto
y eso me relaja. Supongo que todos los cambios dan vértigo y que no siempre es
fácil salir de la zona de confort que te dan los libros de texto.
Ahora
puedo decir que es maravilloso ver cómo esos alumnos que me miraban raro cuando
les decía que iban a aprender a pensar y que hacían cosas raras con
organizadores gráficos y mapas de pensamiento, ahora son capaces de llegar a
conclusiones y a razonamientos que me dejan con la boca abierta.
La
formación presencial en los workshops y en los Institutos de verano te permite conocer
a gente maravillosa y loca como tú, que deja sus familias durante una semana
para pensar, pensar y pensar. Los descansos son excelentes momentos para
compartir ideas, experiencias y reflexiones que enriquecen tanto o más que la
propia formación. De estos encuentros
salen bonitas amistades y nuevas posibilidades de crecimiento profesional.
Si a
nivel profesional es evidente que he crecido puedo decir que a nivel personal
el salto ha sido exponencial. Siento que el TBL ha posibilitado un crecimiento
a nivel personal que jamás imaginé que podría producirse. Todavía recuerdo
cuando caminaba nervioso hacia el Colegio Lope de Vega, colegio en el que The Center for Teaching Thinking impartía el Summer Institute a cargo de Robert Swartz y Viridiana Varbán. Allí comenzó mi primer día de formación en TBL. Me
daba pánico no conocer a nadie, tener que trabajar en grupos colaborativos y
tener que aportar mis ideas al gran grupo. No sin esfuerzo lo superé, es más,
al año siguiente volví y luego a sucesivos workshops.

CONFIANZA
La
confianza que iba adquiriendo motivada por el progresivo dominio de la
metodología y por el aumento de mi autoestima a nivel social han servido para
que hoy me sienta una nueva persona. Una nueva persona que ya no teme a hablar
en público y, es más, ya es capaz de ponerse delante de otros profesores y
contarles sus experiencias en la implementación del TBL.
A
día de hoy puedo asegurar con convencimiento que la formación en metodologías
activas contribuye a que podamos hacer más inclusivas nuestras clases, pero también facilitan
la inclusión de las personas que las recibimos.
Gracias
a Robert Swartz y a CTT.
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